domingo, 5 de junio de 2011

Momento egocentrico, MODE: ON.

Si consideramos que la Cesillo y yo nos quedamos uno cada una, se estarían repartiendo 98 zines Otoño-Invierno.
Sacando los que pidieron uno y aún no los vimos, a mí me quedan para dar apenas 5.
Se nos van de las manos, son hermosos.

miércoles, 1 de junio de 2011

Luque fue poseído

Llegué al Rodney a eso de las nueve y veinte, cuando las persianas aún estaban bajas y Jessi –bella anfitriona rockera- acomodaba mesas y botellas de birra en el bar de la esquina frente al cementerio. Ya estaba Nico Igarzabal, uno de los que leería poemas esa noche, y no tardaron mucho en llegar los demás protagonistas: Nico Castro y Julia González, organizadora del ciclo ¡Qué viva la poesía! Yo, en mi bolso, llevaba una veintena de Algo Que Te Gusta Ser, el nuevo fanzine del Comando Cangrejo, para repartir.
Claro que faltaba el público, pero se hizo presente en lo que tardamos en descorchar un cabernet. Entonces sí, risas y charlas por aquí y por allá, pizzas, bebidas espirituosas y viejas canciones disparándonos nostalgia en las voces de Palo Pandolfo, Los Abuelos de la Nada y Pez. Mientras, ya lo dije, había fanzines para regalar. Algo Que Te Gusta Ser, durmió en la barra a la espera de que diferentes manos se los llevaran, y otros más fueron repartidos directamente a interesados lectores que coparon el cálido antro.
En cuanto a la lectura, se dio la magia. Hicimos una primera pasada de tres poemas cada uno, y cada uno se lució con sus características particulares. Se generó “eso”, algo que notamos todos, y que nos hace renovar nuestros votos con la lectura en vivo.

 Después de leer unos poemas volví a la mesa colmada de gente y mi amiga Flor me advirtió con tono de broma que mirara hacia la puerta para ver qué celebridad había ido a escucharme. Era Luis Luque, quien yo ya sabía adepto al bar de Rodney, y quien hizo una entrada triunfal, sin escalas directa al escenario. Se declaró en defensa de los libros y en contra de las máquinas y, ahí nomás, se puso a leer poemas de Rutina caracol, el libro de Igar. El público, contento con el nivel de las interpretaciones de Luque, comenzó a pasarle los demás libros, abiertos directamente en los poemas que quería que leyera. Así pasaron más palabras de todos nosotros, de Full of love (Julia González), de La pelusa del jardín (Nico Castro) y de La reacción opuesta (mío). Tras un intervalo en el que nos emborrachamos un poco más, hubo una segunda vuelta que coronó la madrugada de poderosa vibra.

La noche la cerró Luque, otra vez, sentado, micrófono en mano, leyendo más poemas y también recitando alguno de memoria. Sincero, dispuesto a interrumpir su propio discurso cada vez que no entendía algo o se tentaba de risa. Leyó los poemas de Algo Que Te Gusta Ser, del Comando Cangrejo, haciendo altos para contar mini anécdotas, para decir “qué genial” o “qué lindo esto”, para preguntar qué es “casual trendy” (le encantó el poema de Daniela), o para comentar versos y contar en qué época él usaba mameluco azul para laburar.
El sábado pasado, por otra parte, repartimos más fanzines en la residencia Juanele, y también fueron bien recibidos. Quedan poquitos, para que lean en otoño-invierno y, como hizo Luis Luque, para que los desmenucen, los reciten en voz alta, los analicen o les remitan a cosas de sus vidas. Como cuando Luque leyó “calzas como enredaderas” y recordó entre risas las veces que se perdió en la calle detrás de unas piernas.
Así pasó una noche más de poesía, queridos visitantes de la cangrejo-guarida, colmada de risas, emociones y sorpresas inesperadas. Así es como, despacito, vamos para adelante en la iniciativa de tomar las almas.